Corta el cable rojo: cuando el público se convierte en guionista y dragón de carcajadas 

La risa es un tranquilizante sin efectos secundarios…En ese caso, a reír que se hace tarde.

Pocas veces en la vida las expectativas quedan ampliamente superadas. Esa es la sensación con la que salimos del Pequeño Teatro Gran Vía tras ver en vivo y en directo ‘Corta el cable rojo’.

Hablamos de un espectáculo teatral que es un festival de improvisación, ritmo, imaginación y talento actoral. La función, que de desarrolla en un arco de entre 90 y 110 minutos, dependiendo de cada velada, corre a cargo de los actores que lo interpretan: Carlos Ramos, José Andrés y Salomón (los tres con amplia experiencia como monologuistas en Paramount Comedy), y está dirigida por el propio Ramos y producida por Sandra Reyes. Además, el espectáculo se ve beneficiado por el talento al piano de Henar Rodríguez, quien acompaña magistralmente cada escena, aportando la música más adecuada a cada momento.

El Pequeño Teatro Gran Vía tiene algo de teatro de toda la vida: compacto, acogedor y con facilidad para abarrotarse. El humor aparece desde las frases y los vídeos introductorios. 

https://gruposmedia.com/pequeno-teatro-gran-via/


El comienzo destila el aroma de lo que será toda la representación: un monólogo trepidante, con bromas llenas de dobles sentidos, tacos y giros inesperados que despiertan las primeras carcajadas. 


A parir de ahí, la obra adquiere una dinámica de sinfonía coral en la que el público marca las notas de la partitura. Las restricciones derivadas de la pandemia del covid-19 avivan la imaginación y hacen de la necesidad una virtud. Hace no tanto, el público de esta obra interactiva anotaba en una tarjeta, al entrar al teatro, un lugar, una frase y un personaje que querían que los actores desarrollaran.

En el marco actual, esas peticiones se realizan sobre la marcha. De viva voz. Sorprende la habilidad de los actores para interactuar con los asistentes, para integrarlos en el acordeón dialéctico de la obra, y dar vida y volumen a sus sugerencias. Cuando te quieres dar cuenta, estás riendo a mandíbula batiente en una comedia que crece conforme los intérpretes entran en calor y afinan el ingenio verbal, la mímica y la destreza para hacer de la parodia un arte. 

Fuente de imagen: Ada Cruz

Para ser honestos: nunca me lo había pasado tan bien en un teatro. Habrá obras que dejen más poso, que te conmuevan, que te instruyan sobre algún hecho o vida importante, o que te ayuden a modificar un punto de vista. Pero será difícil encontrar un espectáculo de esta naturaleza (que siempre será diferente, aunque haya elementos comunes), donde la sensación de que el teatro es un espectáculo irrepetible se acrecienta. Corta el cable rojo es llorar hasta que te duele la quijada, la panza…la cara, es donde se desborda y fusiona el dolor y la alegría, la risa y las lagrimas, es tocar el límite con sensaciones intensas, proporcionadas por carcajadas imparables.

Salimos entusiasmados del teatro, con la impresión de haber experimentado una catarsis única de risas, entretenimiento y música sintonizada de acuerdo a la personalidad de cada escena. Para eso sirve la cuarta pared en una de sus vertientes más interesantes…para ayudarnos a ser un poco más felices casi sin darnos cuenta.  

Autor: Pedro Fernaud Quintana

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Publicado por alasyraicesradio

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